Los cuidados generales a tener en cuenta son esencialmente los mismos que en la siembra convencional. La temperatura en el suelo es algo menor debido a la cobertura superficial, es por ello que deben elegirse híbridos de arranque rápido, es decir que tengan buen vigor inicial y la capacidad genética de producir plantas vigorosas. Los rendimientos obtenidos con siembra directa no son menores que los obtenidos con otros sistemas, debe tenerse en cuenta que al no haber labranzas habrá menos nitrógeno disponible y por ello se deberá prestar más atención a la fertilización.
Otro detalle a cuidar es que la cobertura da protección a insectos y a plántulas de malezas por lo que se hace más difícil lograr un buen grado de control, en ocasiones las isocas cortadoras pueden resultar un problema.
Entre las ventajas de la siembra directa vale destacar el uso más eficiente del agua de suelo, pues hay mayor infiltración y menos pérdidas por escurrimiento y el control de la erosión por agua y viento.
Es conveniente hacer siembra directa sobre el rastrojo de trigo, por una cuestión de tiempo, de economía de agua y de control de erosión. Si el maíz es sembrado en segunda época debe ser tratado para conseguir rendimientos económicos, como un maíz de primera, es decir, se lo debe fertilizar y mantener libre de malezas e insectos.
El aprovechamiento del agua de lluvia y la siembra directa pueden aumentar entre 1000 a 1500kg por hectárea el rendimiento de los cultivos de maíz en regiones poco húmedas, según un estudio del INTA.
La siembra directa y el aprovechamiento hídrico, facilitando la penetración del agua de lluvia y favoreciendo su contención en el suelo con coberturas vegetales, permiten prolongar la humedad señalando el informe que dicha estrategia se completa con unas adecuada rotación de los cultivos.
La rotación propuesta por el informe es trigo/soja de segunda/ maíz en áreas más húmedas, y soja/ maíz en zonas más desfavorables, se destaca además que el maíz es una de las especies más eficientes para transformar la energía del sol en carbohidratos, proteínas y aceites y el más adecuado para aprovechar el agua y los nutrientes naturales. Se destaca que con un rendimiento promedio de 15 toneladas por hectárea proporciona como materia seca, un volumen de rastrojo fundamental para el enriquecimiento y sustentabilidad del suelo.
Estadísticas del INTA demuestran que la variabilidad climática y el déficit hídrico son los principales factores que condicionan los rendimientos del maíz y que cada dos años se producen déficit superiores a los 50 milímetros de agua en la época de floración en las regiones dedicadas al cultivo.
A diferencia de la siembra convencional, la implantación del maíz en siembra directa permite acumular más agua en el suelo, en los barbechos de los años húmedos, la diferencia fue de poca magnitud (menos del 5%), pero en años seco llego a acumular entre 25 y 30% más de agua.
Una de las condiciones para que la siembra directa sea más eficiente en cuanto al agua es acumular mucho rastrojo en superficie. Al respecto, se advierte que el trigo, además del maíz, aporta un buen rastrojo, en variedades con mucha paja, como son los de ciclo de intermedio a largo, lo cual justifica la conveniencia de observar una correcta rotación de los cultivos.
A fin de controlar las malezas que consumen rápidamente el agua del suelo en el barbecho, se debe realizar un tratamiento temprano, generalmente con mezcla de herbicidas residuales y hormonales para llegar a la siembra con el lote limpio, otro factor para elevar los rendimientos es la densidad de los cultivos, es decir la distancia entre hileras (entre 50 y 70 cm) y el número de plantas por surco.
Finalmente se advierte que el maíz en la siembra directa requiere algo más de nitrógeno que en la convencional porque hay menos mineralización en el suelo y mayor potencial de rinde, lo que aconseja una aplicación de 40/50 kilos de fertilizante por hectárea para tener un buen arranque del cultivo.
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